LA PERCEPCIÓN PROPIA Y LA AJENA

LA PERCEPCIÓN PROPIA Y LA AJENA

Por tus palabras y tus hechos serás juzgado, le dijeron. Y Sócrates respondió: sólo yo puedo juzgarme a mí mismo pues sólo yo me conozco y sé la motivación de mis actos, pero lo acepto, procedan a equivocarse. Y se equivocaron. Y él lo aceptó, aunque podía haber huido.   Cuando estudiaba Filosofía en Granada, qué buen tiempo aquél, había algo que me desconcertaba. Cada vez que estudiabas a un filósofo escuchabas la interpretación de sus textos y tú misma interpretabas y cada noche me acostaba pensando si sería acertado aquello que pensaba que quería decir aquel genio que sólo me dejó palabras. No puedes saberlo, descubrí. Con pesar, acepté que nunca puedes conocer a nadie igual que te conoces a tí mismo. ¡Hay tantas variables!. Si tienes un mal o buen día, si se...